Desde la llegada de Nicolás
Maduro a la presidencia la constante dentro de sus discursos son las amenazas a
los sectores que lo adversan, esta vez las amenazas van dirigidas a las
universidades, no basta la asfixia presupuestaria, los risibles aumentos y la
violencia propugnada por grupos para-policiales dentro de nuestra casa de
estudio, sino que, ahora la alerta latente de intervención cada vez suena con
mayor impacto.
La intención del gobierno en este
caso hacia las universidades no es el camino de la intervención cavernaria
hecha en los años 70 en el gobierno presidido por Caldera en la que las
herramientas fueron las balas fusiles y tanques, esta vez su intención es la
intervención por medio de hojas y tinta, por una sentencia emanada del órgano
del poder público encargado de velar por el cumplimiento de la justicia
ciudadana, el infame TSJ que cada vez hace valer mucho menos sus siglas e
idiosincrasia principista.
Los alegatos del gobierno para
realizar una posible intervención por los momentos contiene una pequeña razón
desde el punto de vista jurídico, el cual es, todas las autoridades y
representaciones gremiales en las universidades encuentran expirado su periodo
para el cual fueron electos, cosa que preocupa grandemente por ser este la
motivación más fuerte que pueda colaborar con la intervención de derecho
planteadas en el imaginario de los altos jerarcas gubernamentales, debido a que
de hecho nos encontramos con una intervención técnica por las características
explicadas al principio.
Eso nos obliga a los diversos
gremios que hacemos vida en la universidad buscar los mecanismos de solución
para combatir esta problemática actual, sirviendo así como una forma de salvar
a nuestra académica de la barbarie gubernamental.
Una barbarie que ha aprendido de
los errores del pasado y que ha tecnificado su métodos para abordar
instituciones libre como las universidades, en el cual, en este momento podemos
buscar las soluciones a través de una reflexión interna que sirva para
contextualizar las fallas y dar paso a la ejecución de la resolución del
conflicto.
La reflexión debe abrirse al paso
de todos los universitarios que seguimos creyendo en que nuestras casas deben
ilustrarse bajo los principios de libertad, democracia y autonomía, desde
nuestras autoridades rectorales hasta el estudiante que está por comenzar sus
primeros días de clases.
Al momento en las universidades
nos revisemos internamente y reconozcamos las fallas, posteriormente buscando
los mecanismos para solventarlos, será la única forma de que se tenga por
blindada toda la generalidad de nuestras casas de estudios, mucho más allá que
su espirito que cada vez más se fortalece ante las adversidades.
Por ello debemos convertir ese
espíritu universitario inviolable que poseemos todos y trasladarlo hasta la
institución en su sentido abstracto para mantener la mayor fuente de
conocimiento y fomento del desarrollo y progreso nacional como lo son las
universidades.
Francisco Matheus
Secretario General del CEED-UCV
@FJMatheus