En los últimos años el
comportamiento ciudadano ha registrado un recrudecimiento en el aspecto de
convivencia social llegando al punto que la nación registra el más alto índice
de violencia en América Latina y además se encuentra punteando en los índices
superiores de asesinatos y delitos con otros países del globo.
Con preocupación se nota como desde el gobierno nacional, responsable y gendarme de la convivencia ciudadana que en vez de propiciar un ambiente de cordialidad con apremio a las buenas conductas, castigo a las malas y sobre todo, la ejecución de un plan superior encargado de educar y concienciar a toda la ciudadanía sobre valores de solidaridad, responsabilidad y tolerancia para que de esta forma no vivir lo existente hoy en día en la patria de Bolívar, en la que cada vez los índices de violencia provenientes de delitos, polarización política o simple intolerancia multilateral hace que nuestro país no salga de un estancamiento sumido desde hace más de dos décadas hasta la actualidad.
Para nadie es un secreto que en
una época cargada de proselitismo electoral, los ciudadanos se aferran a
personalidades y dejan en un segundo plano lo que los candidatos presidenciales
hacen ver con sus posturas de cómo resolverán el tema de la convivencia social.
Por un lado nos encontramos con
el candidato del continuismo que promoviendo las ideas de su antecesor,
defiende y hace saber su más estricto apego a los ideales de la persona que
sugirió su candidatura. Vemos como él y la política de su partido premia lo
socialmente in-aceptado en sentido
meramente de convivencia social, testimonio de ello puede ser lo que se pudo
observar en su cierre de campaña, el cual se vio empañado por 5 muertes
violentas (personas que protagonizaban distintas funciones dentro de los
actos), un grotesco video en el cual menores de edad son sometidos al escarnio
público con bailes eróticos y adultos embriagados grabando mencionado hecho y
también se puede detallar como consignas como: “El hampa con Maduro”,
“Malandrazgo Chavista”, “Fuerzas de Choque Revolucionaria”, “Guerrilla Urbana
Socialista” entre otros, utilizan simbología que identifica el consumo de
drogas, la utilización de armas de fuego y la segregación social y religiosa da
para concluir como el partido de gobierno premia los comportamientos
beligerantes, asociales, violentos y desestabilizadores dentro de la sociedad
venezolana, dejando así el mensaje abierto que la anarquía social en la que
vivimos seguirá siendo electo el candidato oficialista.
Mientras tanto al otro lado de
una acera o mejor dicho un muro político construido por un solo hombre hace 14
años el cual aumenta de tamaño con el pasar del tiempo, encabeza un hombre con
un gran mazo con la intención de demoler este muro e iniciar un camino lleno de
cambios sustanciales a la sociedad venezolana, pasando de lo económico hasta lo
social y muy específicamente en el tema de convivencia, ya que, con su actuar
nos demuestra como la tolerancia, el respeto y la responsabilidad deben ser los
principales valores promovidos desde el gobierno, más específicamente desde la
máxima magistratura del Estado. A pesar que este candidato ha sido sujeto de
amenazas de muerte, insultos a su familia, degradación judicial y hasta
alusiones a su condición racial él se
mantiene dentro de un discurso frontal pero siempre bajo el respeto y la
tolerancia que se necesita para iniciar el camino gubernamental de la inclusión
social para todos los venezolanos y así dejar atrás aquellas barreras que desde
un gobierno acostumbrado a la segregación política, cultural y religiosa quede
en las páginas de la historia contemporánea nacional.
Venezuela necesita un gobierno en
el cual se premie las conductas que sean integradas por el dialogo, la
inclusión, tolerancia, respeto y la superación personal y se castiguen las
conductas que perjudican la sana convivencia ciudadana como lo es la
segregación, la violencia, el conformismo y la dependencia humana.
Ejerciendo presión mediante
herramientas de cambio predeterminadas en nuestro marco jurídico Venezuela
elegirá dos caminos, el de estancamiento o el de cambio y progreso ,en el cual,
así como explicamos anteriormente cada uno plantea modelo de sociedades
distintas y en el cual hago valer mi sugerencia personal, en uno de estos
modelos (específicamente el último) la
sociedad conocerá lo que es una convivencia donde todos tengamos como principio
la hermandad ciudadana que nace del compartir la tierra que nos vio nacer a más
de 30 millones de personas, que con las diferencias taxativas preexistentes
todos tenemos algo en común, decir: “Yo soy venezolano”.
Francisco Matheus
Secretario General del CEED
@FJMatheus
No hay comentarios:
Publicar un comentario